Los viajes de Gulliver
Jonathan Swift
1726
Jonathan Swift satirizó con extrema dureza los vicios de la humanidad. ¿Qué mordaz comentario hubiera escrito tras conocer que las andanzas de su viajero Gulliver se hubieran catalogado como libro juvenil?
Swif fue maestro del sarcasmo cruel sobre las los vicios y corrupciones de su propia especie, como pone de manifiesto con crudeza en el cuarto y definitivo viaje del medico protagonista.
Gulliver nos cuenta en la introducción que aprendió matemáticas, útiles para quien ha de viajar. En efecto, los tres primeros libros contienen suficientes datos que muestran la soltura de Swift y su interés por la materia.
La descripción de Liliput con sus habitantes de 6 pulgadas es extremadamente minuciosa con rigor y precisión matemática. El autor utiliza la altura de 6 pies para Gulliver para construir un mundo con factor de semejanza doce (ó 1/12). Las superficies estarán pues en relación 144 (122^2) y los volúmenes en relación 1728 (123^3). No extraña entonces que la cama se construya con superficie de 150 camas liliputenses y la comida sea la equivalente a la dieta de 1724 lugareños.
Inciso: no sabía si el uso de 1724 (en lugar de 1728, cubo de 12) era una errata de la edición española usada pero en dos inglesas consultadas aparece la misma cifra.
Hasta en tres ocasiones se expone la destreza matemática de los oficios de Liliput: los matemáticos (con sentido de ingenieros), de los sastres y los cocineros.
Las posibilidades didácticas de la primera parte son inmensas. Solo han sido mínimamente aprovechadas en algunos materiales como en el cuadernillo del Día Escolar de las Matemáticas del 2002: http://www.fespm.es/IMG/pdf/dem2002_-_las_matematicas_de_alicia_y_gulliver.pdf
En el según do viaje, a Brobdingnag, se invierte todo: los habitantes y los animales del país son 12 veces más altos. Un mastín es como cuatro elefantes para el narrador. Volvemos a encontrar detalles del concienzudo estudio de proporcionalidad del autor.
El rey de los gigantes había estudiado Filosofía y especialmente Matemáticas y por ello pensó que Gulliver podía ser un autómata de relojería. Los estudios del país se limitan a moral, historia, poesía y matemáticas.
A los recursos didácticos propios de la obra se pueden añadir los deliciosos de la película Potencias de diez que muestran el mundo en distintas escalas posibles para nuestra ciencia, y el brillante estudio de Isaac Asimov tras redactar el guión de Un viaje alucinante. Muchas razones impiden que se mantenga la proporción a escala estricta: una hormiga gigante sería aplastada por su propio peso, pues éste crece con el cubo pero la resistencia de sus patas solo al cuadrado.
La apoteosis matemática aparecerá durante el tercer viaje, a la isla de Laputa. Junto a demostraciones de su saber como la enunciación de la tercera ley de Kepler o la utilización de nomenclatura geométrica, Swif muestra su fina ironía al ridiculizar una sociedad de matemáticos abstraídos en sus problemas y de delirantes arbitristas. Cuando se escriben las aventuras de Gulliver la Royal Society está en plena actividad y no va a librarse de la ridiculización.
Una deliciosa muestra del ingenioso sarcasmo: El profesor de matemáticas enseñando a través de obleas comestibles marcadas con una tinta especial que hará que las proposiciones y demostraciones se fijen en el cerebro de los alumnos. El método falla quizá por no encontrarse la composición adecuada de la tinta fijadora o por el mal sabor que hace que los jóvenes tiren a escondidas las obleas.
El amargo escepticismo del clérigo irlandés se pone de manifiesto en la cuarta parte cuando los hediondos, crueles y viciosos humanos contrastan con una noble, sana y virtuosa comunidad equina. Pocas veces se puede leer un alegato moral tan duro.
Los viajes de Gulliver a remotas naciones requieren de atenta lectura adulta para la identificación de sus cultas caricaturas, que además no son inferiores a las de Voltaire.